El Dr. Pelagio Baltazar Luna fue abogado, jurista, político, docente y periodista riojano y tuvo la responsabilidad de acompañar la primera fórmula presidencial de Hipólito Yrigoyen, durante los años 1916 y 1919, quienes en ese entonces resultaron elegidos por primera vez en la historia por el Voto Secreto, Universal y Obligatorio, instaurado recientemente por la Ley 8.871, más conocida como la “Ley Sáenz Peña”.
Nació en la provincia de La Rioja en 1867, completó sus estudios primarios y secundarios en la ciudad Capital. Luego debió viajar a Buenos Aires donde obtuvo en primera instancia el título de “Abogado” para luego conseguir el de “Doctor en Jurisprudencia” en la Universidad Nacional de Buenos Aires en el año 1889, a los 22 años de edad.
Se vinculó a la Unión Cívica de la Juventud en 1889 y participó de la Revolución del 26 de julio de 1890 que provocó la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman. Luego regresó a su provincia natal, donde se desempeñó como juez en lo Civil, Comercial y Criminal; fiscal del Tribunal Superior de Justicia y posteriormente vocal del mismo alto cuerpo. Dictó cátedra de Literatura, como profesor titular y de Filosofía e Instrucción Cívica, como interino, en el Colegio Nacional de la ciudad de La Rioja y fundó y dirigió al partido Radical en su provincia.
Fue asesor jurídico ad honorem del Círculo Católico de Obreros, y luego se convirtió en vicepresidente primero de la Comisión Directiva de dicha corporación. Era un creyente fervoroso, practicante y comprometido con los más desvalidos. Muy joven y apenas recibido en 1889 integró la Convención Reformadora de la Constitución de la Provincia, la que 20 años después, el 22 de junio de 1909 logra sancionar la nueva carta magna, tras casi dos décadas de obstrucciones y paralización.
Pelagio B. Luna fue uno de los miembros de la comisión redactora que se basó en el proyecto de Joaquín V. González. Asimismo ejerció el periodismo, habiendo sido integrante de la redacción y corresponsal en La Rioja del diario “La Prensa”. En 1901 fundó el periódico “El Independiente”. Fue vocal del Colegio Nacional de La Rioja, del Consejo de Educación, presidente de la Comisión de Defensa Agrícola y de la Biblioteca Popular. No actuó en ningún otro partido que la Unión Cívica Radical.
En 1892 votó la Declaración de Principios de la U.C.R. como representante riojano. El 4 de febrero de 1905 también firmó el Manifiesto Revolucionario en el que se exigía sufragio libre, respeto a la Constitución, moral administrativa, vida republicana sana, libertad para el municipio y respeto por las autonomías provinciales, ya que por entonces los gobernadores carecían de autonomía para gobernar debiendo cumplir las órdenes y los mandatos presidenciales. Siendo presidente de la Convención Nacional de la U.C.R. en 1909, fue elegido en dos ocasiones diputado provincial, aunque no ejerció su mandato en ninguna de las oportunidades, ya que la Legislatura no aprobó sus diplomas en razón de su condición de opositor al Régimen.
Encabezó las listas del radicalismo en 1912 como candidato a diputado nacional, aunque no obtuvo la banca a la que aspiraba. Durante más de veinte años, trabajó en su provincia donde se ganó el respeto y la admiración de todos por su incorruptible honestidad. En 1916, y gracias a la aplicación estricta de la Ley Sáenz Peña, Ley 8.871, que instauró en Argentina el voto universal para varones, secreto y obligatorio, Don Hipólito Yrigoyen llega a la presidencia de la Nación después de un cuarto de siglo de conspiraciones y prédica política.
“Lo acompañará en la vicepresidencia un hombre acorde con su estatura política. Se trata del radical riojano Pelagio Baltasar Luna, político fogueado en todas las patriadas radicales y de una moral pública irreprochable. Luna -dicho sea de paso, fue tío del historiador Félix Luna- ejerció su función hasta 1919, año en que murió cuando apenas tenía 51 años” (Extraído de la revista Caras y Caretas en 1919). “Luna no era caudillo, ni tribuno exaltado. Era un convencido ardoroso y paciente de la verdad o justicia de su causa” (La Nación, 26/06/1919).
Hipólito Yrigoyen lo eligió para que lo secundase en la fórmula presidencial siendo conocedor de la probidad y austeridad de Luna, aunadas a sus virtudes cívicas y morales. Fue una ilustre figura representante de las provincias del Norte. A sus cualidades como político y militante lo apoyaban también sus condiciones intelectuales y personales, era modesto y sincero, afectuoso y servicial. Luchó sin vacilaciones por el triunfo definitivo de la libertad y la justicia. A su modestia y su figura moral lo sostenían además su carácter y sus convicciones. Por todo ello fue electo Vicepresidente de la Nación ganando por una muy amplia mayoría, 372.810 votos, contra 154.549 votos del Partido Conservador, que salió en segundo lugar. Durante su presidencia en el Senado, se consiguió que la ley de presupuesto incorporara una partida para la Biblioteca del Congreso a partir de la cual se creó la Comisión Administradora Bicameral de la Biblioteca del Congreso.
En 1917 la biblioteca adquiere una nueva estructura orgánica que designo como primer presidente de la Comisión Administradora al Dr. Pelagio B. Luna. Durante su gestión en la presidencia de la Biblioteca se inaugura la sala de Lectura Pública el día 18 de octubre de 1917. Habiéndose evaluado que hasta ese momento la sala de lectura de la biblioteca estaba reservada exclusivamente para los Legisladores Nacionales, se resuelve abrir sus puertas a la comunidad y autorizar al ciudadano común, ingresar a su recinto y hacer uso de los preciados libros que allí se encontraban. El 25 de junio de 1919 el Dr. Luna fallece de una enfermedad crónica, a los 52 años de edad, quedándole 3 años de mandato por delante. Sus restos fueron velados en el salón blanco de la Casa Rosada.
Su muerte sorprende a toda la población y al presidente Yrigoyen quien se expresa en un decreto de honor diciendo “que debe honrarse la memoria del esclarecido ciudadano, cuya consagración ejemplar al servicio de la Nación lo ha hecho acreedor a su mayor gratitud” (25/6/1919).